La migraña hace perder una jornada laboral al mes.

 

Cincuenta millones de europeos (incluidos 3,5 millones de españoles) padecen migraña, y más de dos millones sufren a diario ataques que les causan «mucho más que un simple dolor de cabeza» -perturbaciones visuales, náuseas, vómitos, fobia a la luz y al ruido-y que prácticamente destrozan su vida cotidiana. Según un estudio presentado en el IX Congreso de la Federación Europea de Sociedades Neurológicas que se celebra en Atenas, los pacientes pierden en promedio un día de trabajo al mes, y el 83% siente perjudicadas sus relaciones con su familia y amigos; la cifra sube al 85% en el ámbito íntimo de su pareja.

El estudio, bautizado con las siglas PROMPT y realizado en seis países (España, Alemania, Holanda, Italia, Reino Unido y Suecia), es un auténtico retrato de frustración de las personas con migraña. Como explicó en la capital griega el experto suizo Reto Agosti, director del Centro de Cefaleas de Zurich Hirslanden, el 92% considera que quienes no la sufren tampoco comprenden la gravedad del problema. La irlandesa Audrey Craven, vicepresidenta de la Federación Europea de Asociaciones Neurológicas, llegó a hablar de «discapacidad oculta, infradiagnosticada, poco y mal tratada», mientras la noruega Anne Chistine Poole, que reúne la doble condición de médica y paciente, describió sus ataques «como si estallara una bomba en tu cabeza continuamente» y comparó el dolor «al del parto».

Lo peor es que esa incomprensión en su entorno, resumida por un paciente con un expresivo «la gente te dice que está todo en tu cabeza», retrasa en la práctica la consulta al médico y el adecuado diagnóstico del síndrome. Un 42% de los europeos (38% en el caso de los españoles) tarda más de tres años en acudir al doctor por primera vez. Tan larga demora favorece la siempre desaconsejable automedicación, que conlleva riesgos añadidos para la salud y aplaza la posibilidad de una terapia ajustada a cada caso.

Los efectos de la migraña, y más aún si no está bien tratada, son devastadores en la vida cotidiana. Además de perturbar las relaciones familiares y amistosas, se resienten la vida profesional y hasta la propia autoestima. Sólo un 19% consigue no perder ni una jornada de trabajo o de estudios, pero un 55% falta hasta diez días al año, un 15% entre 11 y 20, un 9% entre 21 y 50 y un 2% más de 50. En cuanto a los sentimientos personales, un 87% reconoce que pierde vitalidad y capacidad de concentración, mientras un 80% admite que su carácter empeora y confiesa su hastío y frustración.

Una vez conocido ese infierno cotidiano, no es extraño que la primera condición que exigen los pacientes a un tratamiento sea «que empiece a actuar con rapidez» (57%), por delante de otras igualmente deseables como «evitar la repetición» de ataques migrañosos (29%) o «permitir una recuperación más rápida» (14%).

Sin embargo, no todos andan listos a la hora de tomar su medicación: menos de la mitad, el 42%, lo hace en la primera media hora que sigue a la aparición de los síntomas. Españoles (45%), británicos (49%) y suecos (51%) mejoran ese porcentaje, lo que revela una mayor sensibilización sobre las ventajas de una terapia precoz, que en los últimos años se ha visto facilitada por la aparición de una familia de fármacos, los triptanes, que, como señalan los propios encuestados, hacen notar sus efectos de alivio antes que los analgésicos tradicionales.

21/09/2005 - Hoy Digital

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